¿Tienes miedos y te cuesta tomar la decisión de lanzarte al intercambio de casas? Si este es tu caso, y si, a pesar de haber creado tu cuenta en HomeExchange no te animas a registrar tu primer intercambio de casas, puede que te guste leer la experiencia de Naiara.
Naiara, viajera apasionada y autora del blog Modo Traveller, nos cuenta cómo fue su primera experiencia de intercambio de casas, tanto de invitada como de anfitriona, cómo fue el proceso de vencer sus miedos iniciales, y cómo su punto de vista ha evolucionado respecto a esta forma de viajar.
Descubre HomeExchange“Mi único miedo, al dejar mi casa por primera vez, era no dar la talla como anfitriona”
Esta rotunda afirmación la hace Naiara quien, junto a su pareja Rafa y su hijo, estuvieron cuatro años registrados en la plataforma sin animarse a hacer un primer intercambio por el miedo a dejar su hogar. Tras vencer esos temores y animarse a dar el siguiente paso, la experiencia fue tan buena y se sintió tan agradecida con el trato recibido por sus anfitriones que su mentalidad cambió por completo.
A continuación te dejamos la entrevista, redactada por Patricia Velasco, autora De Ilusión a Recuerdo. Pero si eres más de vídeo, no dudes en disfrutar de la entrevista en directo.
¿Cuándo empezaste a utilizar el intercambio de casas como fórmula de alojamiento en tus viajes?
Confieso que nos registramos en la plataforma en el año 2018 y no empezamos con el intercambio hasta 2022. Entiendo mucho los miedos que tiene la gente a la hora de decidirse porque nosotros mismos lo tuvimos y nos costó mucho hacerlo.
¿Por qué diste el paso finalmente después de tanto tiempo?
Quizá esa primera vez el motivo fue económico. Fuimos a Irlanda porque encontré una buena oferta de vuelos, pero cuando miré alojamientos eran carísimos. Entonces lo comenté con Rafa, porque él era un poco más reacio a probarlo, con la idea de dar un primer paso y si nos gustaba, recibir también a gente.
¿Y cuánto dinero os ahorrasteis?
Estuvimos 16 días en Irlanda recorriendo el país en camper, pero hicimos cuatro noches de intercambio para descansar y estar tranquilos. La noche de hotel rondaba los 200 euros, así que quizás ahorramos unos 800 euros que pudimos invertir en comer más fuera, en actividades y en otras cosas que te hacen disfrutar más del destino. Así que sí, fue un ahorro importante.
En este caso, era tu pareja la más reacia a comenzar con el intercambio de casas, ¿cuáles eran sus miedos?
El miedo principal es quién entra en tu casa, que sea un desconocido, que pueda invadir tus cosas. Incluso nos preguntábamos al principio si sería necesario poner una cerradura en una habitación para guardar ahí las cositas más importantes. Pero, era tanto problema poner una cerradura dentro de casa que al final no lo hacíamos y por eso fuimos alargando lo de probar por primera vez. Cuando llegamos a la casa de Irlanda, vimos que no tenían cerraduras.
¿Cómo os sentisteis entonces tras esa primera experiencia?
Hubo un cambio totalmente en la manera de verlo. El sentimiento principal que tuvimos fue de agradecimiento constante. Unas personas que no nos conocían de nada nos dejaron su casa, nos recogieron de la estación de tren y, el último día, también nos llevaron al aeropuerto. Nos sentimos muy cómodos, tanto que decidimos repetir y, en cuestión de siete meses, llevamos ya cinco intercambios de casas y tenemos dos más cerrados.
En el caso de tu pareja que era quien tenía más dudas, ¿cómo lo vivió él?
Como digo, estábamos los dos constantemente agradecidos. Siempre somos muy limpios y muy respetuosos en los hoteles, pero cuando te han dejado una casa gratis sin conocerte de nada, vas todavía con mucho más cuidado. Siempre siendo muy respetuoso, atento de no manchar y si manchas de limpiarlo enseguida. Entonces, él se sintió así tan, tan agradecido y fue tan respetuoso con la casa que pensó “es que seguramente la persona que venga a nuestro hogar también tenga este sentimiento y ese cuidado”.
Así que os animasteis a completar todo el proceso y dejar después vuestra casa. ¿Cómo fue esa primera vez de anfitriones?
Muy bien la verdad. Vino un matrimonio y también nos quedamos sorprendidos de lo respetuosos que fueron. Cuando se fueron, dije “nos han dejado la casa más limpia de lo que la tenía.” Estaba todo perfecto.
Fue una relación muy, muy buena, eran gente muy agradable de Suiza. Así, conocimos un poco más la manera de vivir allí e incluso nos invitaron a su casa. Con el intercambio de casas conoces gente y haces amigos en todas partes. Te das cuenta de que la gente es muy agradable y de que hay mucha gente buena por el mundo.
La experiencia fue muy buena. Además, como, en mi primera vez como huésped en Irlanda, me habían llevado al aeropuerto, pues yo a ellos también los llevé. La chica insistía en pagarme por el transporte y le dije que ni se le ocurriera.
¿Qué miedos o preocupaciones tenías al dejar tu casa por primera vez y ser anfitriona?
Me preocupaba que los huéspedes se sintieran cómodos. Mi único miedo era no dar la talla como anfitriona. Después de aquel primer intercambio en Irlanda, mi mentalidad cambió por completo.
¿Y cómo preparaste tu hogar para recibir a esos primeros invitados?
En la plataforma de HomeExchange, te recomiendan que dejes un poquito de espacio para que se sientan cómodos. Entonces les dejé el armario totalmente vacío y la ropa la metí en la habitación del niño, que dejé cerrada sin llave y sin cerradura, pero la dejé cerrada. No hubo necesidad de decirles nada, yo confié plenamente en que ahí no iban a entrar.
También les hice un documento con un listado de restaurantes, información del transporte, actividades para hacer cerquita de casa también y en la provincia. Y les dejé una cajita con una botella de Ribera del Duero, jamón ibérico, queso de la Comunidad Valenciana, aceite de Alicante. No es necesario poner tantas cosas, pero me sentía tan agradecida y tenía ese miedo de no dar la talla que les puse de todo.
Se lo comerían todo, claro.
No, no tocaron nada. La mujer me dijo que había estado mal del estómago y que lo sentía mucho. Y una de las cuestiones que ella me comentó después es que precisamente por cosas como esas hacen el intercambio de casas, no por dinero. No es lo mismo estar enferma en un hotel que en casa. Me dijo que se había sentido muy cómoda, que si no tenía fuerzas para salir, se quedaba en casa, en el sofá tranquila. Ella me explicó que el sentimiento de estar en casa en cualquier parte del mundo es lo que le hacía usar el intercambio de casas.
¿Cuál ha sido tu mejor experiencia de estas primeras veces, ésa que te ha dejado un mejor recuerdo?
Todas, aunque aquella primera vez en Irlanda nos quedamos impactados por el recibimiento.
Después, en Asturias fuimos a una casa de piedra, con chimenea de leña, en medio de la naturaleza, cerca de Picos de Europa, con la que nunca habríamos soñado. Ese también es otro de los beneficios del intercambio casas que vas a lugares que son exclusivos y que, seguramente, de otra manera no hubieras descubierto.
Fue un viaje muy tranquilo dedicado a disfrutar de la casa, nos cambió completamente la perspectiva. En lugar de ir a visitar sitios, nos quedamos en la casa haciendo rutas de senderismo, íbamos al pueblo más cercano a hacer la compra para cocinar la cena en casa. Por las mañanas se oían las cabras y Rafa cortaba la leña. Nos sentimos muy agradecidos de vivir una experiencia diferente, auténtica, aunque fue una pena no conocer a los anfitriones.
¿Qué reflexiones has hecho entonces después de estas primeras veces?
Que usar el intercambio de casas viene muy bien. Al viajar con niños, también la comodidad de tener todo a tu alcance: una cocina, un baño, una cama cómoda.
Además, las recomendaciones que te dan sobre dónde comprar más económico. Al final, los anfitriones te orientan y tienes como un conocimiento más profundo del destino. Estás hablando con una persona local, no es la oficina de turismo la que te está recomendando nada por interés. Nadie mejor que una persona que vive allí para saber qué es mejor, dónde te pueden engañar y dónde no.
Para mí lo mejores del intercambio de casas es tener relaciones con los locales y sentirme en mi hogar en cualquier parte del mundo.
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