Si estás pensando en una escapada a Montpellier y Niza, te cuento mi experiencia de viaje. Intercambié mi piso en Londres por uno en Montpellier. He añadido los lugares que visitar según nuestra experiencia y los restaurantes y bistrots donde comer que nos gustaron más. Espero que os sirva.
Niza, siempre tan bonita, sobre todo durante esta época del año, me está esperando al final del recorrido, en la Costa Azul. Y también mi esposo. Hemos acordado encontrarnos allí como si fuéramos amantes clandestinos en la luz del Mediterráneo. Pero antes quiero hacer una breve parada.
Montpellier, un poco más en el interior y más cerca de España, es supuestamente uno de los tesoros escondidos de Francia, tan sofisticada como París, pero con playa y sangre mediterránea corriendo por sus venas. Llego al anochecer y me encuentro con una ciudad cálida, baslsámica y llena de vida. Me subo en un tranvía un tanto alternativo que resulta estar diseñado por el sastre de alta costura, Christian Lacroix. ¿No os parece absolutamente chic? ‘Un tranvía llamado Lacroix’. Comprar un vestido, olfatear el perfume, subirse al tranvía.
Al día siguiente voy en busca de un café.La Place de la Comedie enorme, barroca y espléndida es donde se encuentran los cafés singulares y quizás también los camareros más arrogantes. En vez de eso, sigo las callejuelas del centro histórico donde el café es más bueno y también lo es el servicio. Dicen que los parisinos vienen a Montpellier de compras. Puedo entender porqué. Una iglesia, un ayuntamiento, cafés llenos de vida, tiendas de diseñador; todos comparten la historia y encanto del viejo Montpellier.
Me gusta esta ciudad. Me gusta su ingenio y su valor. Pero mi tren hacia Niza me espera, así como mi plan romántico. Mientrastanto, una Francia rural, suave, cálida y otoñal se deja entrever a través de mi ventana. Cada paisaje es de postal. Al acercarnos a la costa, anochece y la luz de mi postal se vuelve rosada y el sol, en su ausencia, convierte el mar azul en violeta oscuro.
Hay miles de personas en el andén de Niza. Una de ellas me da un golpecito en la espalda. ¡Lo hemos conseguido! No hay humo romántico ni música de fondo, pero** las vistas desde nuestra habitación parecen sacadas de una película. Ahí está, el Mediterráneo, por ahora de un color negro como la tinta y diseminado con reflejos de luz. Llamadlo “blin-blin” si queréis. Nosotros lo llamamos magia.
Paseamos siguiendo el olor de los lirios, las rosas y la dulce albahaca, y de repente nos encontramos en el corazón del legendario mercado de flores de Niza. Seguimos exporando hacia la Piazza Garibaldi, donde todo el mundo habla una mezcla de francés e italiano, casi todo en una misma frase.
Conocemos a Nadim, el propietario de Oliviera, un bistrot encantador donde puedes probar todo tipo de aceites de oliva del mundo y disfrutar de una fusión culinaria entre italiano/francés/oriente medio. Cuando nos vamos, llenos hasta rebentar, probamos unas almendras dulces, mojadas en chocolate y con el más fino azúcar, obra de Auer, el mejor y más antiguo chocolatero de Niza.
Nos recordamos mutuamente que tenemos una reserva en tres horas en uno de los mejores restaurantes de marisco de Niza, La Pescheria en el Hotel Boscolo. ¿Se puede invocar el hambre?
Un paseo a lo largo del paseo marítimo Promenade des Anglais nos sienta perfectamente y allí estamos, con un hormigueo en el paladar, listos para lo mejor que Niza pueda ofrecer. Tengo mis dudas sobre comer pulpo, pero menuda revelación! Ni un toque de textura gomosa, sino más bien una delicia que se deshace en la boca, con gusto a mar. Cada plato es igual de excelente, fresco, sabroso y bien presentado como una obra de arte. Me parece que cuanto más al sur vas, menos “francesa” es la la comida. La comida de Niza se basa en las aceitunas y los tomates y el ajo y ese magnífico aceite de oliva de oro verdoso. Olvídate de las salsas cremosas, olvídate del foie gras, esta comida es robusta -buena comida, que reconoce su afrancesamiento, pero trata de su propia ubicación.
Me paso la última noche comprobando algunos intercambios de casa en Niza y Montpellier. Como era de esperar, hay mucho donde elegir. Este viaje de reconocimiento es la manera perfecta de intentar vivir como un local en Francia.
De forma increíble, los dos días ya han desaparecido y nuestro tren a Lyon y París está ya saliendo de la estación de Niza. Ya estamos de nuevo de vuelta. Empieza a llover. Fuera, en mi ventana, un campo de girasoles cansados, con su pesada cabeza ennegrecida con semillas caídas sobre sus tallos. “Nos vamos con esas cabezas” murmuro. “Esto es Francia. ¿Dónde está la guillotina?”
DÓNDE COMER Y TOMAR ALGO EN MONTPELLIER Y NIZA
El mejor bar/bistrot: L’insense at Musee Fabre, Montpellier
El mejor café: Café de l’Esplanade, 21 Boulevard Sarrail, 34000 Montpellier, Francia
El mejor helado: Arlequin Gelati Italiani, 9 Avenue Malausséna, Liberation,06000, Niza
El mejor aceite de oliva: Oliveria, 8 Rue du Collet, 06300 Niza, Francia
La mejor comida fusión: Oliviera, 8 Rue du Collet, 06300 Niza, Francia
El mejor restaurante: La Pescheria, Boscolo Hotel 12 Boulevard Victor Hugo, Niza, Francia
El mejor mercado: agradable mercado diario