De Madrid a Los Ángeles.Cristina y su familia disfrutaron de un intercambio de hospitalidad en el que descubrieron mucho más que una gran ciudad: una gran familia.
Con más de 10 intercambios a sus espaldas, Cristina y su familia son unos apasionados de intercambiar casa. Disfrutan especialmente de los intercambios de hospitalidad, ya que les permiten relacionarse al máximo con su familia de intercambio, lo que resulta especialmente enriquecedor tanto para ellos como para sus hijos.
De todos los intercambios que ha vivido, Cristina guarda especial recuerdo del realizado en Los Ángeles, donde convivió con una familia cuyos hijos tenían la misma edad que los suyos. La conexión entre ambas familias fue inmediata y la experiencia fue muy enriquecedora para todos. Así nos lo cuenta Cristina.
“Si te digo Los Ángeles, ¿qué palabras se te vienen a la mente? Hollywood, famosos, riqueza, playas, calor, sueño americano… Te confieso que desde hace unos años a mí se me anteponen otras totalmente distintas. Porque “mis palabras” son evocaciones de recuerdos dulces:** amistad, compartir, vacaciones, generosidad…**
Y las imágenes que me surgen son como fotos de momentos dichosos: los cuatro niños saltando en una colchoneta, la conversación al calor de una copa de vino, aquel día de playa con hamburguesa y tortilla de patata, el improvisado campeonato de ping-pong con sus amigos… Y muchos otros más recuerdos que, pese al tiempo, siguen imborrables en mi memoria; en una huella más permanente e indeleble de las que han dejado el Paseo de la Fama de Hollywood o las envidiables playas de Malibú. Estos últimos recuerdos son fotos estáticas, planas e insípidas, mientras que los primeros están** llenos de calor, de movimiento y de un cosquilleo que aún hoy en día siento.**
Era nuestro segundo intercambio de casas y, además, intercambio de hospitalidad. La propuesta fue nuestra: ¡oportunidad ideal para que los niños entraran en contacto con el idioma!, ya que la familia americana tenía dos hijos de exactamente la misma edad y el mismo sexo que los nuestros.
Encuentro posterior en París de ambas familiasEn principio, todo apuntaba a una compatibilidad rápida, pero como padres siempre surgen mil dudas: ¿Se llevarán bien los niños? ¿Nos caerán bien ellos? ¿Cocinarán ellos o nosotros? ¿No nos hartaremos de vivir 15 días juntos? ¿Serán maniáticos o “raritos”? ¿Estaremos las 24 horas juntos? etc.
Y resulta que, cuando llega el momento, todo fluye con naturalidad, como el agua de un manantial. Porque había un ingrediente fundamental: las dos familias queríamos esta experiencia. Nuestras mentes estaban abiertas y eso bastó para limar todas las asperezas. Todos nos mostramos flexibles y dispuestos a sincronizar. Y sucedió la magia. Y no me refiero a que pasáramos unas estupendas vacaciones, sino a algo más.
Desde ese verano quedamos atados por un lazo, invisible pero resistente. Tal es así que, seis años después, aún estamos esperando que nos devuelvan la visita. En Navidad nos contamos las novedades del año y renovamos la intención de volver a vernos. Y quizá son más las ganas nuestras que las suyas, porque nosotros, como futuros anfitriones, estamos deseando corresponder a tanta generosidad que recibimos.”
(Dedicado a Kate, Ernie, Dylan y Kyra)
Por su parte, la familia americana también lo pasó en grande. Kate, la mamá de la familia, nos cuenta:“¡Sería difícil imaginar una experiencia más exitosa que ésta! Nuestros niños jugaron con los suyos casi desde el primer momento. La familia fue amable y acogedora, todos muy educados, limpios y extremadamente atentos durante todo el intercambio. Nos hicimos amigos y fue exactamente el intercambio cultural que buscábamos, especialmente para nuestros hijos que tenían casi la misma edad. Querían explorar Los Angeles y guardamos muy buenos recuerdos de las visitas que hicimos juntos por LA con ellos. Nosotros, por desgracia, tuvimos que posponer nuestra visita a Madrid ese verano, pero hicimos un viaje a París para verlos. Los extrañamos y esperamos contar nuevamente con ellos en Europa pronto. Estamos encantados de recomendarles para cualquier intercambio; en particular los intercambios de hospitalidad. Son honestos, dignos de confianza y realmente están motivados por el deseo de introducir otras culturas y personas en sus vidas”.