David y Ana son miembros de IntercambioCasas desde 2008. En el verano de 2015 recibieron una sugerente propuesta de intercambio desde Tel Aviv, que despertó su curiosidad por el país y originó que ese mismo verano disfrutaran de sus vacaciones en Israel. ¿Quieres conocer su aventura?
Llevamos intercambiando nuestra casa desde que nuestra hija Sara nació hace 20 años y para nosotros el intercambio de casas es una forma de vida. Hemos recorrido mucho mundo en todo ese tiempo gracias a esta maravillosa fórmula pero nunca habíamos recibido una propuesta de Israel ni pensábamos sinceramente que hubiesen allí muchas ofertas.
Esto cambió en la primavera del 2015 cuando recibimos una sugerente propuesta desde Tel Aviv para una intercambio veraniego.
Empezamos a indagar sobre la ciudad y descubrimos que era una ciudad a escala humana realmente atractiva, cosmopolita, moderna, desplegada a lo largo de 14 kilómetros de playas conectadas por un animado paseo marítimo (la “Miami del Mediterraneo”), con una cultura muy asentada de cafés, terrazas y buenos restaurantes, una vida cultural intensa, una reputada vida nocturna y además, una base perfecta para conocer Jerusalén (a 1 hora), el Mar Muerto y mil lugares interesantes de Israel que es un país pequeño, bien comunicado y muy accesible.
Ya nos habíamos encariñado del destino cuando la propuesta se truncó pero no nos desanimamos y vimos que en Tel Aviv había otras ofertas muy atractivas. Escribimos a unas cuantas y recibimos con mucho agrado varias respuestas positivas y percibimos en ellas el cariño, casi ancestral, que hay en Israel hacia España, la antigua Sefarad.
Nos decantamos por la de la familia de Assaf y Nathalie, con la que encontramos en seguida una sensibilidad común y que vivían como nosotros en un precioso y cómodo ático-duplex, en su caso a 10 minutos andando de la playa de Metzitzim y a 5 minutos del parque del rio Yarkon. Acordamos también el intercambio de coches y nos fuimos 17 días en el mes de agosto del 2015.
El intercambio superó nuestras expectativas y todavía hoy añoramos esa ciudad tan dinámica, joven, llena de niños y gatos, de blanca arquitectura Bauhaus y de mercados mediterráneos rebosantes de verduras, frutas y especies, paraíso de los vegetarianos, con terrazas en cada esquina que abren hasta altas horas, playas para todos los gustos que recorríamos en bicicleta y donde nos refrescábamos en los días calurosos de agosto, y bulevares o pequeñas calles arboladas donde puedes caminar en perfecta seguridad a cualquier hora del día y de la noche.
Completamos nuestra estancia con excursiones en coche de uno o varios días a lugares excepcionales que forman parte del patrimonio de la humanidad como son Cesarea, Galilea, Acre, Jerusalén, Masada y el Mar Muerto.
En definitiva no podemos más que recomendar este destino (Tel Aviv e Israel) del que a menudo nos hacemos una imagen equivocada por las tristes noticias que salen en los telediarios. ¡Volveremos seguro!
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